Fuente: 29 Abr. AVN (Por Aurelio Gil Beroes) .- Mientras en Venezuela millones de trabajadores celebran incrementos salariales y mejoras alimentarias, en las principales economías capitalistas del mundo ocurre lo contrario: se reducen los salarios, desmejoran las conquistas sociales, crece el desempleo y hay precariedad.
Esta situación adquiere relevancia en momentos cuando la oposición política y los grandes medios de comunicación privados que le sirven dentro y fuera del país acentúan su campaña de desprestigio contra el gobierno de Hugo Chávez Frías, con miras a derrotarlo en las elecciones presidenciales del próximo año.
Curiosamente, esos dirigentes políticos y empresas de comunicación le atribuyen a Chávez los efectos que la crisis capitalista, iniciada en Estados Unidos a fines de 2007 y que aún hoy azota a ese país y otros de Europa, tuvo sobre Venezuela: desaceleración de la actividad económica, reducción de precios del petróleo y aumento en los precios de los alimentos, entre otros.
Los efectos de esta crisis han sido enfrentados por el Gobierno venezolano con una estrategia a largo plazo que comprende desde la vigilancia permanente de los precios del petróleo, su principal producto de exportación, hasta la articulación de alianzas internacionales estratégicas para su explotación, y el impulso de un nuevo modelo socioproductivo, pasando por la concreción de grandes obras de infraestructura, la recuperación de tierras del latifundio, el impulso de la inversión en el campo y la promoción del desarrollo industrial.
En forma paralela, han corrido otras tres líneas de acción: la política de inversión social del Gobierno Bolivariano que ha destinado en los últimos 11 años 393.478 millones de dólares en programas sociales hasta diciembre de 2010, lo que representa 60% de presupuesto nacional en inversión social.
Otra es la iniciativa del mundo multipolar, en el plano internacional, que apunta a la ruptura de la hegemonía del gobierno de Estados Unidos en todas las áreas.
Y el impulso de la línea de empoderamiento del pueblo, mediante la cual se persigue transferir a las comunidades organizadas responsabilidades de gobierno y manejo de recursos en la perspectiva de constituir progresivamente un nuevo orden institucional.
Las medidas
Las medidas decretadas por el presidente Chávez entre el 25 y el 27 de abril son las siguientes: incremento del salario mínimo en 26,5% ( sube de 1.223,89 a 1.548,22 bolívares), el cual será pagado en dos partes: la primera el primero de mayo y la segunda el primero de septiembre.
El salario mínimo en Venezuela es el más alto de toda la América Latina y el Caribe y ha sido incrementado 12 veces consecutivas en los últimos 12 años.
Esta disposición vino acompañada de la reforma a la Ley de Alimentación del Trabajador que extiende el beneficio del bono alimentario a más de 2 millones de trabajadores, quienes laboran en empresas con menos de 20 trabajadores, antes excluidas.
Según el presidente del Instituto Nacional de Estadística (INE), Elías Eljuri, ahora esta ley ampara a cerca de 6,5 millones de personas.
Otro mandato es el ajuste del tabulador de salarios de los empleados públicos del país que, en promedio, alcanza un incremento de 45% y beneficiará a unos 2,2 millones de trabajadores en diferentes escalas.
También está el aumento de 40% sobre los sueldos actuales para todo el personal que labora en las instituciones universitarias del país.
Vale destacar que estos aumentos se traducirán en mayores prestaciones sociales e incrementos en aguinaldos, bono vacacional, cestatickets y caja de ahorro.
Otros beneficios
Además de estos incrementos salariales, los trabajadores venezolanos disponen de otros programas sociales del Gobierno, como la Misión Barrio Adentro, que hoy cuenta con 10.000 centros de atención de diferentes niveles y medicinas gratis, y los planes de alimentación que ofrecen productos de primera calidad al pueblo, con descuentos de hasta 40% en sus precios en las redes de Mercado de Alimentos (Mercal) y la Productora y Distribuidora Venezolana de Alimentos (Pdval).
Se trata de servicios de alimentación, salud y educación subsidiados que se integran al salario real de los trabajadores.
Esta política social es lo que ha hecho que Venezuela, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (Cepal), sea el país menos desigual de América Latina y que esté por encima de 17 naciones de la región en los indicadores del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual califica a la nación como de índice de desarrollo humano alto.
Nuevas medidas de protección
Dos nuevas decisiones del Gobierno Bolivariano van a consolidar los beneficios salariales de los trabajadores venezolanos.
Una de ellas es una ley que regirá el comportamiento de los precios de los productos de consumo masivo, a fin de evitar que el desenfreno especulativo se trague los aumentos salariales.
La otra es la incorporación a las redes de distribución de alimentos del Estado, una de las grandes cadenas privadas de supermercados del país.
Se trata de un convenio, de un acuerdo de comercialización, de mutuo beneficio que optimizará la distribución de alimentos que hoy se realiza a través de Mercal, Pdval y los abastos Bicentenario.
Sendero seguro
Entretanto, la inflación, a pesar del fenómeno especulativo, cede terreno. El pasado mes de marzo registró un incremento 1,4%, índice menor que el de febrero, cuando fue de 1,7%; y mucho más bajo que el registrado en marzo de 2010, cuando marcó 2,4%. En 2010 la inflación anual acumulada fue de 27,2%.
De igual forma, el desempleo continúa en un dígito (8,6% en marzo de este año) y apunta a la baja por la recuperación de la actividad económica (las autoridades económicas prevén un crecimiento de entre 2% y 4% del Producto Interno Bruto para este año) y el inicio del Plan Nacional de Viviendas junto otros grandes proyectos de infraestructura que están en marcha.
Contraste
A diferencia de Venezuela, los principales países capitalistas confrontan severos problemas económicos y sus trabajadores. Como es ley en este sistema irracional, son siempre los que cargan con la peor parte.
En Estados Unidos, país donde a finales de 2007 se originó esta crisis por el estallido de la llamada “burbuja hipotecaria”, proceso que involucró la caída de más de 120 grandes bancos, hay un saldo de 15 millones desempleados.
Algunos analistas prevén que la crisis se prolongará por mucho más tiempo porque, a pesar de que en febrero de este año el desempleo registró un índice de 8,7%, menor al del mismo período del año pasado, se requiere un crecimiento de 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB) que genere 200 mil nuevos empleos mensualmente para activar la economía de manera estable.
Sin embargo, muchos son pesimistas, porque lo que se ha logrado es un crecimiento entre 1% y 1,5% del PIB.
En los países del viejo continente la situación no es muy distinta. Actualmente 23 millones de europeos no tienen trabajo, 7 millones más que hace 20 meses, y la desocupación seguirá creciendo, según todas las estimaciones.
Sólo 66% de los europeos en edad de trabajar tiene empleo, lo que ha consolidado el llamado trabajo “en negro”, de carácter ilegal y sin beneficios sociales.
La Confederación Europea de Sindicatos (CES) ha estimado en 19 millones los trabajadores que viven bajo el umbral de la pobreza en ese continente y reclama más trabajo y de calidad superior “ante la evidencia de que tener trabajo no garantiza quedar a salvo de la exclusión social en Europa".
Las centrales sindicales europeas sostienen que las personas en riesgo de exclusión social en Europa superan los 80 millones y urgen a los distintos gobiernos “a reforzar el papel de los servicios públicos”.
La economía europea cayó 4% en 2009, la peor cifra desde la segunda Guerra Mundial, y la producción industrial en 20%, ubicándose a niveles de 1990.
Estos datos ilustran sobre el declive y el colapso generalizado en el que parece haber ingresado la Unión Europea como consecuencia de la crisis del sistema capitalista que hoy manifiesta también en esa región del planeta severas consecuencias económicas y sociales como metástasis de un mal muy grave y profundo.
Para ajustar sus cuentas fiscales, muchos de los gobiernos europeos han recurrido a la reducción, alteración o eliminación de beneficios sociales como las pensiones de vejez, a las cuales, en algunos casos, han elevado el número de años de servicio requeridos para su disfrute.
No lo dice el gobierno
El 19 de abril, la famosa encuestadora estadounidense Gallup publicó su estudio anual de bienestar global en el que ubica a Venezuela en el sexto lugar en el mundo y el primero en Latinoamérica en prosperidad.
La encuesta reveló que 64% de los venezolanos considera que su nivel de vida es próspero, basado en su actual situación y sus expectativas para los próximos cinco años.
Venezuela encabeza la lista de los países latinoamericanos con mayor bienestar y supera en cinco puntos porcentuales a Estados Unidos (59%).
En los primeros cuatro puestos se encuentran Dinamarca, con 72%; Suecia, 69%; Canadá, 69%; y Australia, con 65%. En Finlandia, al igual que en Venezuela, 64% de sus habitantes se consideran prósperos.
Este trabajo coincide con el publicado por la empresa GIS XXI en febrero pasado, en el que se afirma que 82% de los venezolanos manifiesta vivir feliz.
Es imperativo recordar que las personas objeto de ambos estudios no viven ni en Estados Unidos ni en países europeos, viven en la Venezuela de hoy.
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