Reuters / Baz Ratner
Las autoridades israelíes no designan como "anexionada" la zona de los Altos del Golán, pese a que se la arrebataron a Siria en 1967 y pese a ejercer el control en la región y explotar sus recursos.
Los Altos del Golán fueron conquistados a Siria en 1967 por el ejército israelí. Tel Aviv no declara la zona como anexionada, aunque en la práctica legisla sobre ella y también explota sus recursos. De hecho, Israel contrató al gigante energético norteamericano AFEK para un proyecto petrolífero de 3 años de duración en este área de importancia natural, política y social.
"Las leyes internacionales prohíben que la ocupación pueda explotar los recursos naturales. Estos pertenecen al pueblo sirio y, por lo tanto, deben ser redistribuidos entre sus propietarios", comenta el activista druso Sameeh Ayob.
Sin embargo, en Siria, al otro lado de esta conflictiva frontera bajo la supervisión de una misión de paz de la ONU desde 1974, no se aborda la cuestión. Inmerso en la guerra, Damasco evita conflictos con Israel. Txente Rekondo, analista del Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN) en San Sebastián, España, opina que en el marco de la guerra en SiriaIsrael se vale de la inestabilidad de la región y pretende ampliar su presencia militar en la zona.
Los incidentes fronterizos de enero son un ejemplo de ello. Con el vecino ahogado por el conflicto, las autoridades hebreas apenas han encontrado escollo para estas prospecciones, si bien los locales han recogido más de 900 firmas en contra de estos trabajos. La protección del entorno preocupa a los más de 35.000 drusos y judíos que habitan la zona, pues temen que finalmente se puedan contaminar los acuíferos del subsuelo del Mar de Galilea y, sobre todo, que ningún Gobierno represente sus intereses.
"La cuestión no es ir en contra de la compañía AFEK y tampoco qué clase de petróleo están buscando. La cuestión es que cualquier prospección puede terminar por destruir todo el área del Golán", denuncia el ecologista Gal Gafni.
Más allá de las consecuencias catastróficas o de la legalidad de la explotación, ésta deja de lado a los golaníes, que afrontan las consecuencias pero sin obtener beneficios que acabarán en manos de empresas norteamericanas.
"Los norteamericanos tienen la experiencia. Incluso si una compañía israelí tiene la concesión de la explotación, como sucede aquí, las personas encargadas de las prospecciones son quienes saben hacerlas, los expertos extranjeros. En Israel carecemos de personal para las prospecciones", comenta Naif Ganeem, economista y abogado.
Sin embargo, para Israel la máxima prioridad no esta tanto el beneficio económico como asegurarse el suministro energético, sobre todo tras el deterioro de sus relaciones con proveedores energéticos como Turquía.
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