15 Febrero 2011
Estados Unidos y Arabia Saudita siguen muy de cerca las protestas que ocurren en el pequeño reino de Bahréin, ubicado en el golfo Pérsico y que alberga a la Quinta Flota de Estados Unidos. (Fuente: BBC)
Las protestas populares pican ahora demasiado cerca de quienes más pueden inquietarse, y de ahí que los primeros reportes indican una feroz represión contra los manifestantes que se tomaron las calles en su “jornada de la ira”, y luego una pronta promesa del rey de crear una comisión para discutir las reclamaciones. Pero algunos organizadores de la marcha dijeron que una reforma sería “demasiado poco y demasiado tarde” y pasaron a clamar por “un cambio de régimen”.
A diferencia de otras demostraciones que las autoridades tradicionalmente manejaron como conflictos sectarios, las de este 14 de febrero se caracterizaron por la participación conjunta de jóvenes chiitas y sunitas, por encima de todo bareiníes, y una fuerte presencia de mujeres, para pedir una nueva constitución, la liberación de cientos de hombres y niños chiitas detenidos desde agosto de 2010 y que se ponga fin a los abusos de los derechos civiles, a manos de policías que no son de Bahréin sino que son musulmanes sunitas reclutados en Pakistán, Yemen, Siria y Jordania.
Al igual que en Egipto, la política de EE.UU. ha sido la de ignorar las quejas legítimas de los ciudadanos de Bahrein y en su lugar apoyar un régimen represivo para mantener la estabilidad y el control del petróleo de la región. Hoy cunde el nerviosismo.
Estados Unidos y Arabia Saudita siguen muy de cerca las protestas que ocurren en el pequeño reino de Bahréin, ubicado en el golfo Pérsico y que alberga a la Quinta Flota de Estados Unidos. (Fuente: BBC)
Las protestas populares pican ahora demasiado cerca de quienes más pueden inquietarse, y de ahí que los primeros reportes indican una feroz represión contra los manifestantes que se tomaron las calles en su “jornada de la ira”, y luego una pronta promesa del rey de crear una comisión para discutir las reclamaciones. Pero algunos organizadores de la marcha dijeron que una reforma sería “demasiado poco y demasiado tarde” y pasaron a clamar por “un cambio de régimen”.
A diferencia de otras demostraciones que las autoridades tradicionalmente manejaron como conflictos sectarios, las de este 14 de febrero se caracterizaron por la participación conjunta de jóvenes chiitas y sunitas, por encima de todo bareiníes, y una fuerte presencia de mujeres, para pedir una nueva constitución, la liberación de cientos de hombres y niños chiitas detenidos desde agosto de 2010 y que se ponga fin a los abusos de los derechos civiles, a manos de policías que no son de Bahréin sino que son musulmanes sunitas reclutados en Pakistán, Yemen, Siria y Jordania.
Al igual que en Egipto, la política de EE.UU. ha sido la de ignorar las quejas legítimas de los ciudadanos de Bahrein y en su lugar apoyar un régimen represivo para mantener la estabilidad y el control del petróleo de la región. Hoy cunde el nerviosismo.
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