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lunes, julio 25, 2016

AGENDA IMPERIALISTA CONTRA VENEZUELA (I)



Respuestas políticas y organizativas del pueblo trabajador y sus fuerzas revolucionarias

Departamento de Política Internacional del PCV

En el marco de la contraofensiva del imperialismo para recuperar sus niveles de influencia y dominio en América Latina y el Caribe, es de particular relevancia la agresión multifacética que impulsa contra Venezuela y su proceso bolivariano de cambios iniciado en 1999.

La política del imperialismo en la región ha logrado importantes avances, evidenciado en los retrocesos de los diversos proyectos progresistas-reformistas, incluido el de nuestro país, sobre todo por inconsistencias, errores y deficiencias de los gobiernos, a pesar de tener éstos bienintencionada vocación de justicia social, además de la ausencia de poderosos Partidos revolucionarios que encabezaran la ruptura con el sistema capitalista y sus valores.

Venezuela es un objetivo apetecible del gran capital transnacional, por eso siempre debe saberse identificar la mano del imperialismo en una ofensiva integral que abona simultáneamente distintas tácticas: referendo revocatorio, implosión del Ejecutivo y Golpe de Estado. Para el apoyo e impulso de estas tácticas, es claro el papel asignado a la mayoría derechista de la Asamblea Nacional como agente al servicio de los intereses de potencias extranjeras.

En este contexto, constituye un deber ineludible levantar la moral patriótica del pueblo, con la conciencia cierta de que el creciente deterioro en la orientación y apoyo popular se puede revertir si logramos acumular la fuerza necesaria.

Por ello, el 32º Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela (PCV), reunido el pasado 21 de mayo, trazó como un lineamiento fundamental el propiciar el análisis, estudio y discusión en el conjunto del pueblo venezolano y particularmente entre sus organizaciones genuinamente revolucionarias.

La necesidad de identificar acertadamente las diversas vías de agresión imperialista y de definir las maneras de enfrentarlas, se hace más urgente ante el contenido de la denominada «Operación Venezuela Freedom», con sus respectivas fases y el papel a cumplir por la derecha pro-imperialista y el Comando Sur de EEUU.

El PCV plantea que para un mejor análisis, estudio y discusión de estas cuestiones, deben utilizarse las herramientas del materialismo dialéctico y el materialismo histórico, para sopesar correctamente los pasos logrados por el Gobierno de EEUU, cuáles operaciones están en desarrollo, cuáles fallaron temporalmente o definitivamente; así como la expresión concreta, a nivel local y regional, de los planes imperialistas; y, las respuestas políticas y organizativas para contrarrestar la agresión multifacética del imperialismo norteamericano.

La teoría y la práctica marxista-leninista aportan premisas básicas para el análisis de las relaciones internacionales, como: el carácter clasista de esas relaciones –aunque se plantee una política de coexistencia pacífica, no significa la renuncia a la lucha por el Socialismo–; la plena vigencia de la teoría leninista del imperialismo, al centrarse en el poder como elemento clave; y, el internacionalismo como principio marxista fundamental de las relaciones internacionales.

El materialismo histórico que nos legaron Karl Marx y Federico Engels, es una conquista formidable del pensamiento científico. El aparente caos, casualidad y la arbitrariedad de los hechos políticos que imperan en las noticias, dejaron el puesto a una teoría científica completa y armónica, que revela cómo un sistema de vida social se desarrolla, al crecer y transformarse las fuerzas productivas.

Dominar el marxismo-leninismo significa aprender a distinguir su letra de su esencia, asimilar su contenido, aprender a emplearlo en las diferentes condiciones de la lucha de clases, saberlo enriquecer, desarrollar e impulsar en consonancia con la nueva situación histórica y los nuevos objetivos.

Para el marxismo-leninismo no se parte del Estado, lo básico es el concepto de la lucha de clases, se hace énfasis en las contradicciones o antagonismos de clase existentes, partiendo del análisis de las relaciones de producción, es decir, el carácter de la propiedad de los medios de producción. Todo ello supone considerar el mundo no dividido en Estados, sino en clases con intereses antagónicos y no antagónicos.

En cuanto a la metodología, el marxismo utiliza el análisis dialéctico como instrumento para examinar la realidad. Para el marxismo el Estado corresponde a la superestructura de la organización social y sólo puede ser definido en función de la infraestructura existente.

Por todo ello, los aspectos más destacables que caracterizan los estudios marxistas de las relaciones internacionales son:

1.- La consideración de que es la clase social y no el Estado el actor clave de las relaciones internacionales. El Estado hay que verlo como un efecto de las clases sociales, por ello es un actor secundario, de esta premisa se deriva un hecho relevante en la concepción marxista: el carácter transnacional de las clases.

2.- El nivel de análisis adoptado es el de la sociedad mundial. La realidad social es considerada globalmente y se centra en la idea de totalidad.

3.- Perspectiva dinámica y progresista, centrándose en la teoría del cambio social, lo cual también es una novedad. La visión de la sociedad es que está en un cambio permanente.

El Comando Sur

El Comando Sur de Estados Unidos o Ussouthcom (United States Southern Command, en inglés), es uno de los diez Comandos pertenecientes a EEUU, y tiene su sede en Miami, Florida.

– Ubicación geográfica y funciones: el Comando Sur cubre 31 países y abarca 24.900.000 kilómetros. Es responsable de proporcionar planificación de contingencia, operaciones, y la “cooperación de seguridad” en gran parte del Caribe, América Central y del Sur, así como para la protección de los recursos militares de EEUU en estos lugares. También es responsable de velar por la defensa del Canal de Panamá y la zona del canal.

Los países de su “área de responsabilidad” son: Antigua y Barbuda, Argentina, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Islas Caimán, Chile, Colombia, Costa Rica, Dominica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay, y Venezuela.

– Integración: el Comando Sur es un mando conjunto integrado por más de 1.200 efectivos militares y civiles en representación del Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Marines, Guardia Costera y varias agencias federales. Los servicios que proporciona el Comando Sur junto con el componente de Operaciones Especiales Conjuntas, dos Fuerzas de Tareas Conjuntas, una Fuerza Interagencias de Tareas Conjuntas, y las oficinas de Asistencia para la Seguridad, se encargan de realizar misiones pertenecientes al Comando Sur y las actividades de “cooperación en seguridad”. El Comando Sur ejerce su autoridad a través de los comandantes de dichos componentes.

– La Cuarta Flota: perteneciente al Comando Sur, había sido desactivada luego de la Segunda Guerra Mundial, pero, tras 58 años, fue restablecida en julio de 2008, siendo una fuerza naval de alto nivel específicamente dedicada a supervisar las tareas de sus unidades en América Latina y el Caribe. Analistas han señalado que resucitar la Cuarta Flota constituyó una decisión de carácter político y simbólico que respondió al surgimiento y avance de gobiernos progresistas-reformistas en la región y de las posiciones antiimperialistas.

«Venezuela Freedom-1»

La primera fase de la «Operación Venezuela Freedom», fue explicada por el general John Kelly, para entonces Jefe del Comando Sur, ante el Comité Senatorial de los Servicios Armados del Congreso de EEUU, el 12 de marzo de 2015:

«…Venezuela se enfrenta ahora a la inestabilidad económica, social y política significativa debido a la rampante violencia, la delincuencia y la pobreza, la inflación galopante, la grave escasez de alimentos, medicinas y electricidad.

Violaciones de los derechos humanos por las fuerzas de seguridad y continuada mala gestión del gobierno del país, están contribuyendo a un ambiente de incertidumbre, y grandes segmentos de la población dice que el país va por el camino equivocado.

Además, la caída de los precios del petróleo y el deterioro económico generan condiciones que podrían llevar al gobierno venezolano a recortar los programas de bienestar social y su política exterior como el programa de subsidio de petróleo (PetroCaribe).

Más recortes a los programas de bienestar social y la continua escasez que parecen inevitables, podría prever un aumento de las tensiones y las protestas violentas, fomentando el presidente Maduro y su partido una ola represiva adicional, como medidas contra los manifestantes y la oposición (…)».

El desarrollo de esta primera fase ha sido confirmado por los acontecimientos, poniéndose además en evidencia la articulación y sincronismo con la derecha venezolana, especialmente con los sectores neofascistas en el empleo del discurso de “crisis humanitaria” «debido a la rampante violencia, la delincuencia y la pobreza, la inflación galopante, la grave escasez de alimentos, medicinas y electricidad».

El “pronóstico” de una crisis humanitaria, combinada con la campaña política y mediática de la supuesta falta de democracia y violación de los Derechos Humanos, fue el eje central de la campaña de la oposición venezolana.

En correspondencia, a principios de 2016, el actual Jefe del Comando Sur, almirante Kurt Tidd, señaló que «la derrota en las elecciones y la descomposición interna del régimen populista y anti-norteamericano, recoge el impacto exitoso de nuestras políticas impulsadas con fuerzas aliadas en la región en la fase 1 de esta operación(…)».

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