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domingo, enero 26, 2014

LOS DOMINGOS DE DIAZ RANGEL |

Las noticias de México
Las primeras grandes campañas de las agencias y los medios contra procesos políticos en América estuvieron dirigidas contra la revolución mexicana y, en particular, contra Pancho Villa, campaña asociada al envío de varios acorazados y la toma militar de Veracruz, y después, en 1938-39 contra la nacionalización del petróleo dictada por el presidente Lázaro Cárdenas
Las primeras grandes campañas de las agencias y los medios contra procesos políticos en América estuvieron dirigidas contra la revolución mexicana y, en particular, contra Pancho Villa, campaña asociada al envío de varios acorazados y la toma militar de Veracruz, y después, en 1938-39 contra la nacionalización del petróleo dictada por el presidente Lázaro Cárdenas. Esa última se difundió profusamente en la prensa estadounidense y en la latinoamericana, que noticiosamente dependía de las agencias AP, UP e INS, y solo cesó cuando se hizo inminente la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Ahora ha ocurrido un proceso a la inversa, el petróleo dejó de ser exclusivamente de México y su exploración, explotación y comercialización lo comparte con las transnacionales después de que el Presidente promovió, con el apoyo de los partidos PRI y PAN, la reforma de la Constitución, vigente desde 1938 el principio de la nacionalización.


Precisamente, a propósito de ese proceso desnacionalizador, que movilizó a buena parte de los mexicanos en protestas silenciadas por las agencias, y que apenas tuvo eco en los medios venezolanos y, supongo, tampoco en los de otros países de la región, ni fue motivo de pronunciamientos de entidades como la Alba o Petrocaribe, acabo de recibir el libro 1938: El petróleo que fue de México, argumento histórico para una película que aún no se ha filmado, escrito por el ensayista Carlos Montemayor y editado por el diario La Jornada y el Sindicato de Electricistas de México.

El texto recoge una original historia ordenada cronológicamente para una película de un proceso que tuvo su epicentro cuando el presidente Lázaro Cárdenas leyó el respectivo decreto a las 9:30 pm de la noche del 18 de marzo de 1938; allí están los hechos de la movilización de masas y de secretas reuniones, desde el 3 de enero hasta el 31 de diciembre de ese año.

Pocos días antes, el 23, en las oficinas de la Standard Oil en Nueva York, en una reunión de sus directivos, uno de ellos, Thomas Armstrong, quien consideraba que “los mexicanos son incapaces de conservar la industria petrolera”, al final de esa conversación dice:

“Si no es cuestión de días y meses, entonces será cuestión de años. No importa cuántos años transcurran, pero el petróleo mexicano volverá a nuestras manos”.

Proféticas palabras, razones por las cuales seguramente nunca veremos esa película.

(Y a propósito, ese libro lo despacharon de Ciudad de México el 26 de noviembre; por el matasello se sabe que el 10 de enero estaba en Caracas, que el 14 lo tuvo Ipostel de Petare, y cuatro días más tarde, llegó a mi oficina).

Simón Bolívar tuvo entre sus planes la independencia de Cuba y de Puerto Rico, incluso amenazas de enviar dos expediciones, una con el Mariscal Sucre al frente, y otra con el General Páez, recomendó usarlas hasta para intimidar a España, que no quería reconocer la independencia. En 1826 le escribe a Sucre en el mismo sentido y un año después: “Libres Cuba y Puerto Rico, Colombia no tenía que temer a las armas españolas”; después le escribe al general Santa Cruz sobre los riesgos de esa operación, pero “no por eso abandonar esa idea que siempre ha sido mi favorita”. Son los primeros antecedentes que demuestran el compromiso de Venezuela por la independencia de esos dos países, hoy renovados con la propuesta de incorporar a Puerto Rico a la Celac.

El avance del cine nacional no tiene comparación con ninguna otra época. Se anuncia el estreno de 54 películas este año, casi una a la semana. Y mientras el cine extranjero hasta el 14 había atraído a 298.655 espectadores, las películas venezolanas llevaron 321.486, y entre ellas, “Papita, maní y tostón” recaudaba más de medio millón de bolívares.

Uno no entiende algunas cosas que sólo ocurren en Venezuela. Los latinoamericanos que se van a EEUU y consiguen trabajo envían a sus familiares remesas de dólares, de acuerdo con sus ingresos. Lógico. Lo que sorprende es saber que desde aquí se enviaron el año pasado a EEUU remesas por un total de ¡40 millones de dólares!, los cuales ingresan a la economía de la primera potencia del mundo. El mundo al revés, como diría Galeano.

Fue el historiador Germán Carrera quien dijo que “el gran temor de este régimen es que toda consulta al pueblo es un riesgo”. Aunque de 19 elecciones ha ganado 18. Y como decía Lula, “cuando no hay elecciones, Chávez las inventa”. Corriendo riesgos.

No tiene explicación que ningún dirigente regional del Psuv, ni nadie fuera de la Dirección Nacional, integre alguna de las comisiones preparatorias del I Congreso del Psuv.

No sé si recordarán que en octubre escribí una nota sobre los trabajos roñeros en la calle San Francisco de Macaracuay. El caso es que los realizó Pdvsa para instalar tuberías, y todavía se ven las huellas de ese desastre.

Hace poco me llegó un trabajo sobre los bares más antiguos de América Latina. Creí que era el Café Tortoni, de Buenos Aires, 1858, que tuvo clientes famosos como Fangio, Borges y Gardel, y donde se cuenta que fraguaron golpes de Estado, pero aparece uno de Montevideo, “El Hacha”, de 1726, casi con la fundación de la ciudad. En un restaurante con amigos, buscamos los más antiguos de Caracas. Ninguno de los años 30.

Pura bulla oposicionista cuando se divulgó la lista de políticos viajeros de Navidad al exterior. Las amenazas de demanda ante los tribunales quedaron en eso, pura bulla.

De libros recién editados por la Universidad Bolivariana (UBV) destacan “La insurrección armada en Venezuela”, de Pedro Pablo Linares, años tras los huesos de tantos combatientes caídos en combate; “Venezuela: potencia emergente”, compilación de Haiman El Troudi y Fausto Fernández, y la reedición de “De Yare a Miraflores, el mismo subversivo”, las entrevistas de José Vicente Rangel al comandante Hugo Chávez.

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¿QUIEN ERA FABRICIO OJEDA?

El 23 de enero de 2014, 16:19, El Reportero SUCRENSE <elreporterosucrensejh@gmail.com>


Fabricio , nació el 6 de febrero en 1929 en Boconó, (estadoTrujillo) Era reportero del periódico El Nacional desde los tiempos del regimen deMarcos Pérez Jiménez. Fue Jefe de la “Junta Patriótica” en la clandestinidad, organización que derrocó la dictadura Perezjimenista el 23 de enero de 1958. Fue Militante fundador de Unión Republicana Democrática (URD). Ingresa al Congreso como Diputado de URD en 1958, solidarizándose con el triunfo de la Revolución Cubana. El 30 de junio de 1962 renuncia al Congreso y marcha a los Andes a organizar un Frente Guerrillero de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. A finales de este año y luego de una serie de combates es detenido y sentenciado por un Consejo de Guerra a cumplir una pena de 18 años de presidio por el delito de rebelión. Escapa de la Cárcel de Ciudad Trujillo donde resulta herido en un tobillo al saltar un muro.
Se incorpora al Frente Guerrillero “José Antonio Páez” donde es nombrado su Primer Comandante. Desde esas montañas mantiene correspondencia con los guerrilleros Douglas Bravo y Argimiro Gabaldón Márquez donde vislumbran la posibilidad de reorganizar las FALN y crear un partido marxista-leninista ajeno al “revisionismo” y a la conciliación de clases que caracterizan al Partido Comunista de Venezuela (PCV). El Buró Político del PCV le impide asistir a las Conferencias de 1964 y 1965. Pero en los primeros meses de1966 viaja a Caracas sin autorización del buró político y se reúne con éste y plantea la conclusión de que la grave crisis que vivía el PCV sólo los conduciría a la Capitulación. Inicia una labor de clarificación política y se dirige por escrito a Juan de Dios Moncada Vidal, Pedro Medina Silva, Teodoro Molina Villegas y a los restantes miembros del Cuartel General de las FALN. Entra en abierta polémica con el BP del PCV sosteniendo un intercambio de acusaciones con Guillermo García Ponce. Por su captura se ofrecen Bs. 2.500. En los primeros días de abril de 1966 junto a Douglas Bravo inicia la reorganización total de las FALN y la creación del Partido de la Revolución Venezolana (PRV) de línea marxista-leninista. El 21, 22 y 23 se realiza el histórico pleno de cuadros con asistencia de unas treinta personas representando a los cuadros civiles y militares radicales donde es nombrado Fabricio como Presidente del FLN-FALN con apoyo de los Frentes Guerrilleros, de las UTC urbanas y de los militantes consecuentes del PCV a consecuencia de esto se inician agudas discusiones entre el PCV y los disidentes.
El día 17 de junio de 1966 sale publicado en el Vocero legal del PCV un comunicado indicando que Fabricio Ojeda y Douglas Bravo son “traidores” y se encontraban en Caracas. El 20 de junio de ese año 1966, Fabricio es detenido por el Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA) en Playa Grande, junto a su compañera Anayansi Jiménez, en la casa de Mario Matute Bravo, un ex perezjimenista, de quien era muy amigo, y junto con Tulio Dugarte. El martes 21 de junio, voceros del gobierno informan que Ojeda fue hallado ahorcado en su celda por el guardia que le llevaba el desayuno. El ministro de Defensa de entonces, general Ramón Florencio Gómez declara que «somos los primeros en lamentar lo ocurrido»1 . No obstante acorde la versión oficial su muerte fue causada porsuicidio, sus familiares y compañeros de lucha insisten en que Ojeda fue en realidad asesinado por funcionarios del SIFA. Sus restos mortales fueron exhumados el 15 de noviembre de 2012 por expertos de la Unidad Criminalística contra la Vulneración de los Derechos Fundamentales del Ministerio Público, institución que había solicitado el procedimiento luego de que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia aceptara un recurso de revisión que los fiscales introdujeron alegando inconsistencia en el expediente, el cual había sido archivado durante 46 años.2
21 de Enero de 1958 inicio del fin de la dictadura- 23 de enero de 1958 inicio del fin de la Revolución Traicionada.

El 21 de enero de 1958, la Junta patriótica desde la clandestinidad convoca a una huelga general en apoyo a los militares que se habían alzado en el fallido intento de golpe de estado del pasado 1 de enero y para presionar la caída del régimen de Marcos Pérez Jiménez.

Fabricio Ojeda, entonces periodista del universal, cubría la fuente de Miraflores en su vida pública; pero en una función de valor y hombría sin igual, era además el presidente de la clandestina Junta Patriótica, que luchaba por el derrocamiento de la dictadura.

En la madrugada de ese 21 de enero el país escuchó una breve transmisión a través de Radio Caracas radio: “Les habla Fabricio Ojeda, presidente de la Junta Patriótica”. El que fuera reportero político de El Nacional, hasta la fecha casi un desconocido, se reveló como uno de los líderes de la lucha clandestina que condujo al derrocamiento del régimen militar. Tenía 28 años de edad y desde ese momento fue considerado como un héroe nacional.

La huelga general convocada fue de un éxito total, al punto que dos días después, el 23 de enero el dictador huiría del país en el avión presidencial “La Vaca Sagrada”. Un problema inmediato surgiría: La Junta patriótica no tenía la capacidad de asumir el gobierno por lo que se formó una junta militar de gobierno presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazabal como presidente y los coroneles Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero Villate.

Al amanecer del día 23, los venezolanos celebraron la caída de Pérez Jiménez, pero protestaron por la presencia en la Junta de Gobierno de Casanova y Romero Villate, reconocidos miembros del perejimenismo; los cuales finalmente fueron obligados a renunciar y reemplazados el día 24 de enero por los empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti.

Mas, a pesar de no formar parte del naciente gobierno, La Junta patriótica dirigida por Fabricio Ojeda cumplió su cometido de impulsar el exitoso plan que culminaría con la huida del dictador. Lejos estaban Fabricio y el pueblo venezolano de saber que en Nueva York se habían reunido en presencia de Maurice Bergbaum, jefe de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos del Norte de América, los líderes venezolanos Rómulo Betancourt (AD), Rafael Caldera (COPEY) y Jovito Villalba (URD) y habían acordado unirse para instaurar lo que denominarían la democracia representativa donde ellos se reservarían el rol de ser los representantes y nosotros seriamos los representados; ellos serían los elegidos y algunos de nosotros seriamos los electores; el pueblo en general seria convertido en votos cada 5 años; no importaría la cantidad mucho, menos la calidad del voto, lo importante era que la mayoría eligiera y uno de ellos ganara.

Lejos estaban Fabricio Ojeda y el pueblo venezolano que ese pacto hablado en nueva York, seria luego firmado en férrea alianza en Caracas, en la quinta “Punto Fijo” propiedad de Rafael Caldera; a partir de ahí la más oscura noche cubriría el día venezolano por más de cuarenta años.

La junta de gobierno, conformada por los militares y los empresarios convocó a elecciones que ganaría Rómulo Betancourt de Acción Democrática; Fabricio Ojeda seria electo diputado al congreso en esas mismas elecciones.

Tres años le bastarían al líder revolucionario para sentir que era suficiente; que la revolución que derrocó a la dictadura se había perdido en manos de un estado que ya había traicionado la esperanza del pueblo; tres años de ver la concreción de las alianzas derivadas del pacto de punto fijo, donde la alianza tripartita (AD, COPEY y URD) se repartieron entre ellos los cargos y las gobernaciones, serían suficientes para que Fabricio Ojeda, el héroe, llegara un día al congreso y en emotivo discurso renunciara a su cargo de diputado y anunciaría su decisión de irse a la montaña a sumarse a la fuerza guerrillera que ya empezaba a hacer frente a la represión originada por el nuevo gobierno y a su plan de repartir miserias más que bondades.

En poco tiempo Fabricio Ojeda sería uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) del cual sería comandante. Poco tiempo pasaría también para que el líder guerrillero fuera apresado, fue sentenciado a 18 años de prisión por rebelión militar pero logró fugarse de la cárcel; sin embargo dos años después, durante el gobierno de Raúl Leoni, presidente adeco, sucesor de Rómulo Betancourt sería capturado de nuevo; esta vez no habría juicio, esta vez no habría más oportunidades; recluido el líder guerrillero en los calabozos del Servicio de Inteligencia de Las Fuerzas Armadas (SIFA) solo dos días duraría la llama que alumbró esa prisión, después de torturado, fue ahorcado por sus carceleros.

Con el ahorcamiento de Fabricio Ojeda, ahorcaron también al pueblo pero como este tiene el cuello más grueso solo quedó privado en su respiración por cuarenta años, quizás si esta garra opresora se mantenía por más tiempo definitivamente podría haber logrado su objetivo, pues en cuarenta años ya lo raquítico del pueblo (tanto físico como moral) era notable; afortunadamente no fue así; el pueblo en sus estertores de la cercanía de la muerte por asfixia se rebeló y arraso por un momento las garras que lo ahorcaban, eso fue el 27 de febrero de 1988, esa bocanada de aire insufló los pulmones patrios y le dio el aliento necesario para tomar fuerzas. Luego el 2 de febrero de 1992 el brillo de la espada de Bolívar desenvainada de nuevo traería esperanza y valor a un pueblo que desde ese momento comenzó a respirar de nuevo; ese mismo pueblo que hoy jura no dejarse ahorcar nunca más.

Que viva el 21 de enero de 1958, Que viva Fabricio Ojeda, quien fue ahorcado junto al pueblo y junto al pueblo surgió nuevamente respirando vigoroso y soplando brisa fuerte. El mismo Fabricio Ojeda que desde las montañas nos recuerda que su muerte no fue en vano y que su muerte es parte de nuestra vida. El 21 de enero de 1958, Fabricio Ojeda llamó al pueblo a revelarse contra la tiranía, hoy debemos escucharlo una vez más y si el opresor, ahora con nombre nuevo pero con el mismo apellido intenta tomar el poder para ahorcarnos de nuevo, las montañas se quedaran pequeñas para albergar a los millones de nuevos Fabricios que se alzaran contra ellos.

Hoy Fabricio Ojeda vive nuevamente y su sacrificio se reconoce como el de los tantos mártires y próceres de la patria. Por eso, así como el 23 de enero de 1958 debería ser definitivamente pasado a la historia como el día de la ignominia y la traición, el 21 de enero de 1958 debería pasar a engrosar las fechas patrias a la altura de 4 de febrero de 1992.

MI 23 DE ENERO


Luis Britto García

1
 Todos los lunes de comienzos de 1957 camino hasta la Seccional del Liceo de Aplicación a someter a la censura de una inquisición de profesores al peligroso Molécula, un mural tamaño tabloide que mi primo Rodolfo García y yo sacamos con crónicas y dibujos de humor. Si lo absuelven, lo cuelgo de su clavo junto al aula 1-A. En el piso quedan volantes de la campaña de la Reina o del Centro de Estudiantes. Elegimos Reina o Presidente de Centro pero no Presidente de la República. Parece que así será por los siglos de los siglos. Pero pasa de todo cuando nada pasa. Hablo con Noel Pantoja sobre publicar en otro mural un cuento inspirado en la demolición de los ranchos de las colinas de Caracas. Noel estuvo un año preso y me recomienda que no escriba sobre eso. Lo peor del calabozo, me cuenta, era cuando leían listas de nombres para trasladar al campo de concentración de Guasina. Yo veo a Noel exageradamente avejentado. Gilberto López trata de explicarme el Materialismo Dialéctico, pero como tartamudea no le entiendo nada. En la vitrina de un aula del segundo piso duermen varios libros de socialismo ingenuo que sólo yo leo: De cómo el hombre se hizo gigante, de M. Ilin. En el teatrino del Pedagógico, Domingo Miliani monta con estudiantes La condena de Lucullus, de Bertold Brecht, una alusiva pieza sobre la muerte de un emperador. Militani ha estado o estará exiliado. También se ha montado el Hamlet, de Aquiles Nazoa, y el propio Aquiles nos leyó algunos de sus poemas. Ese señor es comunista, me advierte gravemente el tío José. Aquiles termina exiliado. Para la época está también preso Aníbal Nazoa, quien después me contará acerca de otro prisionero a quien llamaban Peluchenko porque su ambición era reproducir los experimentos de Lysenko con frijoles sembrados en latas de sardinas. Los miércoles al mediodía soy el operador que pone los discos clásicos en el Centro Musical Antonio Lauro. Lauro está o ha estado preso de la dictadura, no se sabe, no se puede saber. En el liceo se forma una algarabía de protesta y al minuto estamos cercados por la policía. Dejan salir por una sola puerta lateral, de dos en dos. Me toca con la niña más bella del liceo. Ella se muere de miedo y yo de amor.

2

Los graduandos de la mención Ciencias eligen padrino al científico Humberto Fernández Morán, los de Humanidades designamos a Rómulo Gallegos, el Presidente derrocado por la dictadura que sólo estará presente en espíritu. En el acto Fernandez Morán me entrega un exceso de diplomas, y con cada uno repite: “No deje de visitar el Instituto Venezolano de Investigaciones Neurológicas y Cerebrales”. Al fin las autoridades del Liceo consiguen un autobús para visitar Pipe. Fernández Morán es discípulo del neurocirujano escandinavo Olivecrona, y la dictadura le ha erigido una ciudadela montañesa llena de salas vacías y cajas sin abrir. En un microscopio electrónico identifico un cultivo de mielina. Fernández Morán me invita a quedarme directamente a estudiar en el IVNIC. Me pregunta qué quiero ser, y cuando le respondo que escritor, le da un ataque de ira. “El problema de este país es que faltan científicos y sobran poetas”, me dice. Quizá cree en una élite de intelectos puros que salvará al país usando como instrumento a los militares. Yo no sé en lo que creo. El peso de la dictadura es tal, que en mi familia de simpatizantes adecos jamás he escuchado una palabra de política.

3

Pago la primera cuota de la matrícula que cobraban en la UCV haciendo trabajos de diagramado. El dictador gordo y aburrido que lee estadísticas en televisión quiere reelegirse con un plebiscito. El 21 de noviembre Gustavo Lovera, quien será luego padre de Emilio, me devuelve los cuadernos que dejé en un pupitre: “Hoy no va a haber clases”. Vaya que no. Un agitador grita y los estudiantes recorremos la Ciudad Universitaria dando mueras a la dictadura. En la plaza Venezuela los policías disuelven la manifestación con gas que quema los pulmones y a planazos se llevan decenas de presos. Escapo de milagro corriendo hacia la policía y desviándome por una lateral. Menudean manifestaciones estudiantiles. En un autobús una viejita beata me dice que debemos protestar porque han exiliado al socialcristiano Rafael Caldera. En el liceo Aplicación el director Miguel Ángel Pérez –hermano del exiliado Carlos Andrés- va de aula en aula amenazando con poner el instituto en manos del Ministerio de Relaciones Interiores si siguen las protestas. La policía abalea en un pie a Nelson Figallo. La dictadura nombra ministro de Educación a Fernández Morán. Esperamos el esclarecido discurso de la Ciencia. Fernández Morán lee, en pantalla: “Estamos en la época de los descubrimientos científicos y los viajes a la luna, y los estudiantes no pueden perder tiempo en manifestaciones…” El discurso de la Ciencia es el mismo de la policía. Los estudiantes seguimos perdiendo el tiempo. La dictadura sustituye a Fernández Morán con el general Néstor Prato. Los estudiantes manifiestamos con un burro que luce el letrero: “Soy el ministro de Educación”. Para alejarme de líos, la familia me manda a los campos petroleros de Monagas. Allí, un melancólico Primero de Enero escucho por radio el fracaso de una rebelión militar. Me pierdo el espectáculo de los aviones Camberra picando sobre Caracas para fallar por cuadras las bombas sin espoleta que arrojan sobre el edificio de la Seguridad Nacional.

4

El mediodía del 20 de enero de 1958 alguien toca una solitaria bocina de automóvil. Minutos después todos los carros multiplican un clamor como el de las trompetas que derribaron los muros de Jericó. Las multitudes salen a la calle. Empieza un tableteo de fusilería. En la esquina de Tablitas, cerca de la casa, los manifestantes atraviesan vehículos. Viene una camioneta con soldados, de un edificio le llueve un coctel Molotov, saltan soldados que apagan el fuego, la camioneta huye en retroceso. Ese día y el que sigue manifestamos por los alrededores. Por las esquinas cruzan carros que nos disparan, arrancando trozos de mampostería. Hacia la tarde del 22 menguan la fusilería y la movilización. Quizá habrá dictadura por los siglos de los siglos. No sabemos que en un apartamento de Rockefeller en Central Park los dirigentes de lo que luego será el bipartidismo han hecho un acuerdo para repartirse el poder por el resto del siglo. Los motores de un avión rasgan la medianoche. “¡Levántense, muchachos, que van a bombardear!”, nos dice el tío José. Ponemos la radio. Se pone en marcha la Historia.